El Navegante












En las negras olas de la noche
Un navío cruza un océano muerto
Un vacío de oscuridad cubierto
Ante los ojos solo el abismo yace.

Surca en silencio sin destino
Labios sellados, en cubierta un hombre mira
Cargando recuerdos y acertijos, solo mira
Una daga en su costado.

El viento agita las velas blancas
Bajo el pálido brillo de estrellas distantes
Como espectros que aguardan inquietos
Bajo la mirada de mil ojos brillantes.

Se pregunta cuánto tiempo
Ha guiado su nave bajo el cielo austral
Cuanto desde que el sol llegara a su final
Y la luna se hundiera en el abismo.

El frío adormece sus manos
Aferradas al insensible y gélido metal
Olvida poco a poco la herida mortal
Y se pierde en tempestuosos pensamientos

El tiempo, la noche eterna
Hace mucho olvidó quien lo hirió
Absorto, solo mira el puñal
Hace mucho que el sentimiento olvidó.

El océano se extiende perpetuo
Las olas del cosmos son negras y frías
Cuando la luz queda sin aliento, atrás
Y el tiempo es un juego que ha durado mucho.

Lentamente arranca la daga
Lentamente la sangre mana
Lentamente el dolor se diluye
Y las cosas no son más que gotas perdidas.

En el lejano horizonte
Tenebroso e inalcanzable
Bajo una luz azulada se dibuja
La silueta de un barco terrible.

Una ilusión en el pulso de la muerte
Palabras olvidadas llenan el vacío
La afilada hoja cae lentamente de sus manos
¿Cuánto tiempo ha pasado en un instante?

Parado solo sobre el barco perdido
El océano despierta, las estrellas relucen
Una luna extraña asoma gigantesca
La silueta terrible se acerca  al que espera herido.

Cual ominosa deidad desgarrada
Desde las profundidades de Hades
Surgida como heraldo del deterioro y el miedo
Cubierta por el brillo de almas perdidas.

El viento se ha detenido a ver
Ni una brisa agita la superficie de las aguas
Que como un espejo tétrico refleja todo
Quieto esta el mundo, quieto esta el ser.

Solo el navío de otro mundo continúa
Se acerca impulsado por una voluntad terrible
La fuerza de lo tan largo postergado, inexorable
Hasta que los cascos en silencio se encuentran.

Como la niebla se desliza una sombra
El hombre fija su mirada en la sangre que se enfría
De a poco lo recuerdos se desvanecen en la nada
Una oscuridad sin estrellas lo rodea.

El espejo se agita imperceptible
Sobre la cubierta del viejo barco un hombre cae
Uno que es todos y ahora no es ninguno
En la luz de la Luna se recortan las siluetas.

Es todo
¿Es todo?
Lo es.
El viento frío sopla otra vez.

La ominosa figura se aleja
Sin ruido se aparta del barco desierto
Las blancas velas se hinchan con fuerza
Un cascaron vacío siguiendo los caprichos del viento.

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